La estética dominante: cuando TikTok define la paleta de color y la narrativa de las series OTT

El éxito de las series de streaming (OTT) ya no es casual: la industria ha aprendido a diseñar intencionalmente vestuarios, paletas de color y ambientaciones a partir de las tendencias virales de TikTok. Analizamos cómo el diseño visual se ha convertido en la principal estrategia de marketing y en un motor narrativo clave

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Cuando la estética de TikTok se traslada al guion

En el panorama actual de las plataformas de streaming (OTT), el éxito de una serie o película ha pasado a medirse de manera distinta. Ahora va más allá de la calidad de su guion o su reparto; se mide también por su capacidad de viralización en redes. Este imperativo ha creado un nuevo estándar de producción, donde la estética ha dejado de ser un complemento visual para convertirse en un motor narrativo y una estrategia de marketing fundamental.

El fenómeno nace en plataformas como TikTok, donde las tendencias se articulan en torno a «estéticas» ultra definidas (Dark Academia, Old Money, Coquette…). Más que tendencias de moda son microculturas visuales con códigos muy específicos de vestuario, iluminación, ambientación y paleta de color. La industria audiovisual, atenta al algoritmo, ha aprendido a tomar estas plantillas pre-viralizadas y aplicarlas directamente al diseño de sus producciones, garantizando que el contenido esté, literalmente, «diseñado para ser compartido». El resultado es que la estética se integra en el guion de producción desde la fase conceptual, actuando como el primer gancho narrativo que capta al espectador antes de la primera línea de diálogo.

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El refugio visual: la estética como consuelo y pertenencia

Para comprender este dominio visual, es crucial analizar qué buscan las audiencias en estas estéticas. En un mundo saturado de inmediatez y ansiedad, las estéticas virales actúan como un refugio visual, ofreciendo mundos idealizados que proveen consuelo, orden y, sobre todo, un sentido de pertenencia.

Fenómenos como el Cottagecore o el Cozy (la idealización de la vida rural y la comodidad) son respuestas directas al caos urbano y laboral. Esta tendencia alcanzó una popularidad estratosférica en 2020, impulsada en gran medida por artistas como Taylor Swift con sus álbumes Folklore y Evermore. La estética que rodeó a estos proyectos (cárdigans, paisajes boscosos, cabañas, tonos vintage) legitimó el Cottagecore a nivel global, demostrando el poder de la influencia cultural para convertir un moodboard en un fenómeno masivo.

El contenido audiovisual aprovecha esta necesidad psicológica: la serie no es solo una historia, sino un portal a ese mundo estético deseado que la audiencia ya ha codificado y desea habitar. Al igual que en su momento el análisis de la atmósfera otoñal de Las Chicas Gilmore nos ofrecía una sensación de familiaridad, las series actuales se presentan como extensiones de los moodboards que el usuario ya consume en redes. La pertenencia se vuelve instantánea: si me identifico con la estética, me identifico con el fandom, y por extensión, con la obra.

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El diseño de producción no negociable: paleta, iluminación y posproducción

El salto de la red al streaming obliga a los departamentos de diseño y posproducción a adoptar la estética viral como un requisito técnico no negociable. La elección de la paleta de color y la iluminación se convierte en un acto de guion visual.

Series de éxito masivo como Euphoria (HBO) son un ejemplo paradigmático del uso de la estética Vaporwave/Gen Z. Los colores neón saturados, las luces de bokeh y la iluminación dramática en el diseño de cada escena no son accidentales; son esenciales para comunicar el tono emocional, la intensidad y la atmósfera hiperrealista del drama adolescente. De igual modo, en producciones de época o misterio (Miércoles de Netflix), el uso consistente de tonos monocromáticos, sombríos o saturados se define en posproducción mediante la corrección de color (Color Grading). Este proceso asegura que el producto final transmita inmediatamente el vibe de la estética viral deseada, incluso sacrificando el realismo a favor del impacto visual. En estos casos, el color ya no es solo una ambientación; es la caracterización primaria del universo narrativo.

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El marketing de la recreación: diseñando momentos para convertir en meme

Este enfoque en la estética TikTok tiene un objetivo comercial clarísimo: convertir la serie en una máquina de marketing orgánico a través de la Creación de Contenidos por parte del usuario.

Un ejemplo reciente y destacado es la adaptación cinematográfica de It Ends With Us (novela de éxito masivo en TikTok), que generó polémica por la elección del vestuario de la protagonista, Lily Bloom, interpretada por Blake Lively. Desde las primeras fotos de rodaje, el vestuario se diseñó de una manera específica (gafas de sol grandes, abrigos con patrones llamativos, estilo kitsch) que se desvió notablemente de la descripción original del personaje en el libro. Esta decisión, que generó una ola masiva de comentarios y críticas negativas en TikTok e Instagram, cumplió su objetivo estratégico: generar conversación instantánea.

Las plataformas y los estudios diseñan intencionalmente elementos clave (vestuario, looks, maquillajes) para que sean fácilmente replicables y virales, incluso si esa viralidad es negativa. El look se convierte en el asset principal para que el fandom haga su trabajo de marketing orgánico. La serie o película se consume para entender la narrativa, pero la estética se consume para crear contenido en redes. De esta manera, las productoras externalizan la promoción a su propia audiencia, que se encarga de diseñar y distribuir millones de piezas de contenido gratuito («rant videos», get the look irónicos, recreaciones de escenas) que mantienen el producto en la conversación y aseguran la rentabilidad de la estrategia marketing.

¿El imperio de la estética? Ganamos en estilo, perdemos en narrativa

La adopción de la estética viral tiktokera como imperativo de producción plantea una cuestión crítica: ¿Este enfoque en la imagen prioriza la viralidad sobre la sustancia del guion?

Existe el riesgo de que, al centrarse demasiado en cumplir con una «plantilla» visual prediseñada, se sacrifique la complejidad o la ambigüedad narrativa. Podríamos encontrarnos con series visualmente perfectas que, al rascar un poco, esconden tramas débiles o personajes superficiales, diseñados únicamente para llevar un outfit memeable. Producciones como Emily in Paris, a menudo criticadas por su guion y sus clichés, triunfan precisamente porque su estética visual (la moda saturada y la idealización de París) genera conversaciones, memes y debates masivos que garantizan su renovación y éxito en las métricas de conversación en redes.

Sin embargo, los grandes éxitos de esta era demuestran que el camino a seguir es la integración inteligente. La estética dominante solo funciona a largo plazo cuando logra trascender su origen viral y se integra como un personaje narrativo más. El desafío para los productores es usar la paleta de color, el vestuario y la ambientación no solo como un filtro atractivo, sino como una extensión de la historia, asegurando que la belleza superficial tenga un eco profundo en el corazón del guion. El futuro de las plataformas OTT no es solo crear contenido; es crear experiencias estéticas memorables que resuenen en la pantalla y se extiendan, orgánicamente, a la vida digital de sus audiencias.

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