La conversación sobre la igualdad de género en el cine ha llegado con fuerza. La mujer y su representación en la gran pantalla han sido motivo de debate en numerosas ocasiones, sobre todo en la crítica cultural, con motivo del Test de Bechdel

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Durante años, el cine ha reflejado en gran medida la visión masculina del mundo dejando a las mujeres ocupar roles secundarios como accesorio. No se trata solo de presencia numérica, sino más bien de el nivel de complejidad que desempeñan en estos papeles la representación femenina, mostrando sus conflictos y perspectivas. En este contexto, un experimento ideado hace cuatro décadas ha sido foco de polémica: el Test de Bechdel.
Comenzó como un chascarrillo
La dibujante y guionista Alison Bechdel creó el Test de Bechdel en 1985 cuando lo presentó como observación humorística del rol de la mujer en su tira cómica ‘Dykes to Watch Out For (Unas lesbianas de cuidado)’. En uno de sus capítulos un personaje reconoce que para considerar feminista una película debería superar tres criterios básicos:
- ¿Hay al menos dos mujeres con nombre propio?
- ¿Hablan entre ellas?
- ¿Hablan de algo que no sea un hombre?
Pese a que parezca algo básico, el Test de Bechdel demuestra que muchas películas o proyectos de ficción no cumplen esas tres pautas. Lo que nació como un chiste o comentario irónico se convirtió años después en una herramienta de análisis cultural, que no mide la calidad artística, sino que pretende cuestionar los sesgos de género en la industria del cine.
Tras ganar cierta notoriedad en el mundo de la crítica, Suecia incluyó en 2013 un Bechdel rating en la calificación de las películas etiquetando en algunas salas con una «A» a los proyectos que no superaban el test dando visibilidad a la desigualdad de género.
Los retos de un test incómodo
La importancia del Test de Bechdel reside en poner en evidencia la brecha de género que existe en los relatos artísticos. En concreto en el cine, donde la mayoría de las historias se enfocan en visiones en las que los personajes femeninos son accesorios, intereses amorosos, o figuras de apoyo. Que exista desequilibrio en la narrativa es lo que expone esta regla.
Algunas películas en las que las protagonistas son mujeres, como ‘Kill Bill’ (2003) o ‘Los Juegos del Hambre’ (2012), no superan el test, son personajes muy fuertes pero sus interacciones más importantes se producen con hombres. Sin embargo, esto no significa que automáticamente sean misóginas o que sus personajes femeninos no sean importantes. Únicamente quiere decir que la historia se centra en una sola mujer o su narrativa gira en torno a su conexión con un hombre.
Películas que lo superan con estilo propio
El Test de Bechdel no tiene rigor científico y simplemente se tiene en cuenta como un análisis cuantitativo, sin embargo permite clasificar algunos de los títulos más sonados del panorama cinematográfico:
- ‘La vida de Adèle’ (2013): Toda la película se centra en la relación de Adéle y Emma, la figura masculina es casi inexistente para dar forma a la narrativa. Además, las conversaciones que mantienen le dan un super aprobado al test.
- ‘Frozen‘ (2013): Los dos personajes principales son femeninos, Elsa y su hermana Anna. Sus diálogos se centran en la superación de miedos, su relación y, aunque sí que hay tramas amorosas, no se plantean como eje narrativo de la historia. Supera la prueba en los primeros minutos de ficción.
- ‘Lady Bird’ (2017): Una madre y una hija son protagonistas del relato, que conversan entre sí sobre temas que van más allá de los hombres. Buscan un retrato generacional sobre su futuro y la búsqueda de su identidad.
- ‘Mujercitas’ (2019): Una familia de mujeres que tienen historias y objetivos individuales. Muestra a las mujeres como agentes de su vida y mantienen conversaciones sobre sus sueños, frustraciones y ambiciones.
- ‘Barbie’ (2023): Todo tipo de barbies son las protagonistas del film, con identidad propia y cuyos diálogos se basan en el empoderamiento, los roles sociales y sus ambiciones. Además, hacen referencia al Test de Bechdel destacando la importancia de la representación femenina.

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Otras formas de medir la presencia femenina
El Test de Bechdel ha sido el origen de diferentes herramientas para evaluar la presencia femenina y la inclusión de distintos grupos sociales. El Test de Mako Mori está inspirado en el personaje de ‘Pacific Rim’ (2013) y supervisa que el personaje femenino tenga un arco de desarrollo independiente. Recalca la importancia de la calidad del sujeto, más allá de la cantidad de diálogos que tenga con otras mujeres.
La directora estadounidense Ava DuVernay dio vida a su propio test, bautizado con su apellido. Este instrumento determina la representación significativa de personas racializadas, en pantalla y detrás de cámara. Su objetivo es das visibilidad a la diversidad étnica complementando la importancia de la brecha de género. Otra prueba crítica que va más allá del test de Bechdel o el de Mako Mori es el test de representación interseccional en el cine. No solo destaca quién aparece, sino qué tan diversa es su representación. Su finalidad se resume en si los personajes se identifican con roles significativos y no se basan en estereotipos.
Hoy en día el debate no solo se limita a cuántas mujeres son protagonistas, sino cómo se cuentan sus historias y qué perspectivas se muestran. Cuando hay capacidad para todos los relatos, la narrativa se vuelve más rica y humana.

