Los últimos años de la Segunda República española (1931 – 1939) están marcados por una reforma educativa que pretendía reducir el analfabetismo y acercar las escuelas a zonas rurales. ‘El maestro que prometió el mar’ (2023) se sitúa en esta etapa y representa el símbolo de la progresión social a través del profesor Antoni Benaiges
La historia de la ficción de ‘El maestro que prometió el mar‘ está basada en el libro ‘Desenterrando el silencio: Antoni Benaiges, el maestro que prometió el mar’ de Francesc Escribano. Gira entorno a Antoni Benaiges, un joven profesor catalán que llegó en 1934 a una escuela rural de Bañuelos de Bureba, Burgos. En la actualidad, Ariadna descubre que su abuelo busca los restos de su padre que desapareció durante la Guerra Civil. Esta búsqueda le lleva a una fosa común que está siendo exhumada en Burgos, y en la que podría encontrarse su bisabuelo. Mientras espera los resultados, conoce la historia del profesor catalán y sus métodos pedagógico innovadores para la época.
Uno de los proyectos que incorpora el maestro es un cuadernillo en el que los alumnos plasman lo que imaginan del mar, ya que ninguno ha tenido la ocasión de visitarlo, y si todo va bien Benaiges les promete llevarles a conocerlo. La transformación que la visión del profesor mantiene y la ilusión de los niños colapsan con el ambiente político y, tras el estallido de la Guerra Civil, Benaiges es detenido y finalmente asesinado dejando su promesa sin cumplir.
El mar como horizonte posible
El símbolo principal de la ficción se centra en el mar como algo universal. Se trata de una ambición compartida que contrasta con la vida aislada de los niños de la España de los años 30 y el contexto tan duro que se va a dar lugar. La metáfora del mar se concibe como una idea de futuro de libertad. Aunque no se vea latente en la película, trabaja como un personaje más, no importa que no lo vean porque confían en que está allí esperándoles. Sirve de apoyo cuando el miedo y la violencia se apodera de sus vidas.
En la narrativa, el mar no se convierte en un recurso obvio, sino que tarda en llegar y evoluciona en la mente del espectador a la vez que en la de los niños. Hace partícipe a la audiencia, y lo que comienza como algo íntimo se convierte en algo colectivo. Este refuerzo pedagógico que el maestro trata de transmitir y con el que acompaña a sus métodos se comporta finalmente como una representación histórica de lo que esa generación no pudo alcanzar.
Para los alumnos, el mar es algo bonito imaginado a través de sus ojos, una maravilla que nunca han visto. Para los ojos de Benaiges, la liberación que representa se contrapone a su realidad de pobreza y aislamiento. La promesa incumplida es una figura que refleja las vidas truncadas de las víctimas y la búsqueda de la verdad.
El guion no solo se trata de hechos que lo inspiran, sino que deja ver y se apoya en las emociones que atraviesan todos sus personajes. Además, no es una estructura lineal, sino que utiliza dos tiempos que convergen: el presente buscando respuestas del paradero de un familiar, y el pasado del maestro. Lo que se consigue es precioso, ya que la memoria juega un papel fundamental en esta narrativa: está en constante construcción y no se convierte en un bloque cerrado.
Uno de los recursos más utilizados en ‘El maestro que prometió el mar’ es el silencio. Hay palabras que no son pronunciadas y se sustituyen por miradas y pausas que dan significado a las escenas. Si se habla de una generación silenciada, es la mejor forma de representarla, además se cuenta con la inteligencia del espectador para descifrar esas emociones.
La ficción es humana, cercana y sencilla, no busca que haya villanos ni héroes, solo expone la historia y la realidad de miles de personas. Benaiges no es un superhéroe, sino un hombre común que está comprometido con la educación de sus alumnos. Su método pedagógico busca reforzar la curiosidad de los niños y el respecto, pero también se percibe el miedo de aquellos que piensan diferente y las consecuencias que eso puede desembocar.
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Aunque el guion sirve como estructura para contar una historia, éste da voz a quienes la perdieron sin usar un dramatismo frío o excesivo. Se puede entender el equilibrio que se pretende conseguir para luchar por la justicia de acciones y comportamientos antiguos, sabiendo que la gran promesa de descubrir el mar se verá interrumpida.
Rigor histórico y sensibilidad narrativa
Desde la localización hasta el diseño de arte hacen que cada decisión se acerque a la realidad de manera honesta. La producción asume una responsabilidad de la narración que se cuenta e implica rigor histórico. Esto se ve reflejado en el gran trabajo de documentación tan detallado; los espacios y los paisajes transmiten una vida común y ordinaria, alejada de lo artificial. Los personajes se ubican en un entorno reconocible y hace que la audiencia sienta que lo que ocurre podría haber pasado exactamente así.
La interpretación soberbia de Enric Auquer (como el profesor Antoni Benaiges) carga de emoción y valor en el relato de la preguerra. Laia Costa interpreta a Ariadna, la bisnieta que busca a su bisabuelo, que también hace un papel increíble. Luisa Gavasa, Ramón Aguirre y Milo Taboada, entre otros, completan el reparto cuyas críticas son mayoritariamente muy positivas por su labor de educar sobre este periodo.
Aunque ‘El maestro que prometió el mar’ cuenta lo que una vez ocurrió, se ha convertido en un puente entre generaciones. Su narrativa no está enfocada en un drama ‘lacrimógeno’, sino en un diálogo con el presente para que llegue a quienes conocen la historia y quienes se acaban de topar con ella.
Bajo la dirección de Patricia Font, esta ficción ha conseguido cinco nominaciones a los Premios Goya 2024 (Mejor Actor Protagonista para Enric Auquer, Mejor Actriz de Reparto para Luisa Gavasa, Mejor Guion Adaptado, Mejor Música Original y Mejor Diseño de Vestuario). También fue nominada en los Premios Feroz por la interpretación de Auquer y de Gavasa, y cosechó seis candidaturas en los Premios Gaudí, incluyendo Mejor Película en lengua no catalana y Mejor Guion Adaptado. En los Gaudí, además, consiguió el Premio Especial del Público debido al vínculo que se generó con los espectadores.
