Ariana Grande convierte su vida en cine: la narrativa audiovisual del cortometraje ‘Brighter Days Ahead’

En su primer cortometraje, la cantante estadounidense Ariana Grande narra su vida mediante una estética fílmica a través de cuatro momentos que atraviesan la nostalgia de la infancia, la alienación de la fama, el peso del dolor y la búsqueda de reconciliación; un filme muy personal con el que mostrar su vida ante sus fans

Con su cortometraje, Ariana Grande no ha hecho un videoclip más, sino un ejercicio de cine-memoria. En Brighter Days Are Coming (inc.) convierte lo personal en relato audiovisual, estructurando su historia en cuatro memorias que funcionan como actos de un guion. La música es el hilo conductor, pero lo que atrapa es la forma en que cada recuerdo se convierte en escena fílmica: el tono visual, los recursos de montaje, la puesta en cámara.

La infancia en Super 8

La película abre con imágenes caseras de los años noventa, grabadas en VHS y Super 8. La textura granulada y los colores poco saturados generan de inmediato un efecto de nostalgia, subrayado por el contraste con el entorno futurista y corporativo en el que se enmarca la historia. No se trata solo de mostrar a Ariana como niña, sino de plantear un recurso visual clave: el archivo doméstico como dispositivo narrativo que nos recuerda que todos conservamos retazos de un pasado irrecuperable. La cámara nos enfrenta a la fragilidad de la memoria y marca el tono del viaje. Lo íntimo y lo audiovisual se entrelazan desde el primer minuto.

La fama como loop escénico

La segunda memoria sitúa a Peaches, alter ego de Ariana, en un escenario circular. El vestuario, la iluminación y los movimientos remiten directamente a las giras de 2016–2018, la era de la coleta alta y los estadios abarrotados, una imagen que sus fans reconocerán incluso inconscientemente. Sin embargo, la narrativa audiovisual subvierte el glamour: la puesta en escena enfatiza la repetición, los planos cerrados muestran una mirada vacía y la coreografía se convierte en un loop mecánico. El resultado es un retrato de la fama como prisión. A nivel visual, la frialdad cromática y el montaje rítmico transmiten desgaste, cuestionando el espectáculo como meta de realización personal. Aquí, la narrativa convierte el show en distopía, un círculo que brilla hacia afuera pero se consume por dentro.

La casa inundada

El tercer recuerdo desplaza la acción a un espacio devastado: una casa inundada, paredes agrietadas y objetos flotando. El agua funciona como metáfora del dolor que amenaza con arrasar lo construido, pero también como recurso visual que aporta movimiento y dramatismo. La steadycam que sigue a Peaches refuerza la sensación de vulnerabilidad, de estar atravesando un terreno inestable. Cuando encuentra un collar entre los restos y se lo coloca, el gesto adquiere fuerza narrativa, el objeto simboliza las cicatrices que no podemos borrar y que nos acompañan como parte de la identidad. La escena cierra con una transición a un exterior distópico en llamas y una abducción extraterrestre, el salto a otra dimensión como metáfora visual del renacimiento tras un trauma.

El laboratorio y el piano

En la cuarta memoria, la estética cambia radicalmente. El laboratorio oscuro recuerda al expresionismo alemán, con luces dramáticas y sombras alargadas. Allí, el padre de Peaches intenta recomponerla pieza por pieza, en un gesto desesperado que remite a Frankenstein. Sin embargo, la escena se resuelve con un giro emocional, Ariana revive y corre hacia el piano. La música se convierte en el elemento sanador, y el diseño de luces acompaña esta transformación al pasar de la penumbra a la claridad. La narrativa audiovisual aquí utiliza el contraste lumínico como recurso de reconciliación, la oscuridad paterna se convierte en un espacio de reencuentro, y el piano en metáfora de la identidad recuperada.

Un relato en cuatro actos

Más allá de lo biográfico, lo que destaca en Brighter Days Ahead es la capacidad de Ariana para convertir vivencias personales en lenguaje audiovisual. Cada memoria es un acto narrativo con su propio tono visual y simbólico:

  • El archivo doméstico como memoria irrecuperable.
  • El loop escénico como crítica a la fama.
  • El agua y el caos como representación del trauma.
  • La luz y la música como reconciliación y renacimiento.

El film no documenta: ficciona. No explica: simboliza. Y en esa decisión estética está su potencia. Ariana Grande traslada su Saturn Return, ese tránsito astrológico que marca la madurez, a un relato audiovisual que mezcla videoclip, cine distópico y drama íntimo.

En definitiva, Brighter Days Ahead es mucho más que un corto promocional. Es una exploración audiovisual donde cada recurso técnico —la textura de la imagen, la escenografía, la iluminación, el montaje— se pone al servicio de una catarsis personal. Y nos recuerda que, incluso en un género tan saturado como el videoclip, todavía es posible convertir la música en cine, y la vida en memoria proyectada en pantalla.

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