La música como motor narrativo: ‘Parasite’ y su banda sonora

En una producción audiovisual, la banda sonora es un personaje invisible que guía nuestra interpretación de la historia. Marca el ritmo, adelanta los giros narrativos y, en el caso de Parasite, refleja la brecha social que separa a las dos familias protagonistas.

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El lenguaje narrativo de la música

En el cine, la música tiene la capacidad de expandir el poder de la imagen y reforzar la narrativa. Parasite (2019), dirigida por Bong Joon-ho y galardonada con la Palma de Oro en Cannes y el Óscar a Mejor Película, es un claro ejemplo de cómo una banda sonora puede convertirse en un elemento narrativo central.

El hilo musical del film subraya el carácter poético o expresivo de las imágenes. No obstante, podemos encontrar también otras funciones, entre ellas el objetivo de la explicación, que refuerza lo que se está contando; la caracterización, donde ciertas melodías se asocian con determinados personajes o acciones y por último, la descripción, cuya misión, como su propio nombre indica es la de describir, ya sean los momentos más álgidos de la película u otros más calmados o que sirven de transición.

La banda sonora como generadora de tensión

Una de las funciones más evidentes de la música en Parasite es crear suspense. En la secuencia donde la familia Kim ejecuta su plan para «mudarse» a la casa de los Park, la música incrementa el nerviosismo y anticipa la magnitud del engaño.

El tema barroco The Belt of Faith es el mejor ejemplo. Con un estilo solemne y casi religioso, otorga a la estafa un aire de grandeza, como si de un ritual coreografiados se tratara. La contradicción es clara: la música ennoblece una acción moralmente cuestionable, logrando que el espectador admire la astucia de los Kim en lugar de juzgarla.

Contrastes musicales para reflejar dualidades

La película juega constantemente con los contrastes. La música ligera y cotidiana, casi cómica en algunos momentos, se contrapone con pasajes intensos y oscuros que recuerdan a un thriller., Un ejemplo claro se da en la escena de la fiesta de cumpleaños.

Mientras los Park disfrutan de un ambiente festivo, la música se torna inquietante al cambiar de foco narrativo hacia los Kim y su sótano oculto. Esta yuxtaposición musical refleja la dualidad de la historia: comedia negra y tragedia social, convivencia de lo absurdo y lo dramático. Además, la inserción del tema italiano In ginocchio da te, de Gianni Morandi, añade un matiz irónico. Esta es una canción romántica cuya letra y ritmo poco tienen que ver con la escena que transcurre ante nuestros ojos, esta dicotomía aporta tintes de humor precisamente gracias a su inoportunidad.

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Leitmotivs y repetición de temas

La banda sonora compuesta por Jung Jae-il utiliza leitmotivs, motivos musicales que reaparecen en distintas escenas, otorgando continuidad y reforzando asociaciones emocionales.

El tema final, Soju One Glass, es especialmente significativo. Acompaña el monólogo del hijo de los Kim imaginando un futuro en el que consigue comprar la casa de los Park. La melodía, melancólica y soñadora, contrasta con la realidad: sabemos que ese futuro es imposible. El leitmotiv convierte el sueño en un eco trágico, reforzando la idea de que la desigualdad social es insalvable.

La música como metáfora de la lucha de clases

Uno de los grandes aciertos de la banda sonora es que también funciona como metáfora social. La elección de piezas barrocas y solemnes durante las escenas que involucran a los Park proyecta un aire de refinamiento, asociado a la élite económica. Por el contrario, los momentos más íntimos de la familia Kim se acompañan de músicas más ligeras, cercanas al tono popular.

De esta forma, la música subraya la distancia entre ambas familias. No es casual que los Park aparezcan rodeados de sonidos elegantes y contenidos, mientras que los Kim se mueven en un registro más cambiante, caótico y hasta improvisado. La música refuerza visualmente la división social que vertebra la película.

Sincronía entre música, montaje y ritmo narrativo

La relación entre la banda sonora y la edición es otro de los puntos fuertes de Parasite. La música no solo acompaña, sino que marca el tempo de los montajes paralelos y las transiciones.

Durante la “jugada maestra” para incrustar a los Kim en la casa, la música guía la sucesión de planos y cortes, imprimiendo un ritmo casi musical al montaje. El resultado es que el espectador siente la secuencia como una coreografía audiovisual donde imagen y sonido funcionan al unísono.

La música como voz invisible de la película

La banda sonora de Parasite trasciende la función de mero acompañamiento. Es un recurso narrativo que crea tensión, ironiza sobre las situaciones, da continuidad a la historia y refuerza la crítica social. En la película de Bong Joon-ho, la música es, en sí misma, un personaje invisible que moldea cómo interpretamos la trama y nos enfrenta a las desigualdades que denuncia.

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